lunes, 25 de enero de 2016

Prólogo

Una brisa rozó suavemente contra sus mejillas. La ciudad, dominada por las ruinas desiertas del templo, se tiñó en la hermosa naranja de la puesta del sol.

Desde el techo del Templo Tandolman, hubo una clara visión del paisaje urbano del reino humano. A pesar de que era llamado ignoradamente el lugar más cercano a Dios, hoy en día, no se utiliza como lugar de oráculo, y sólo de vez en cuando era un lugar para los ángeles para descansar sus alas. Los que se acercaban a él eran pocos.

El ángel que tomó la apariencia de una chica, con ojos azules tristes, apretaba sus puños en silencio.

"¿Va a ir, sin importa qué...?"

No hay ni una sombra en el brillo habitual de la chica, una actitud alegre se mostraba en su expresión.

".... Rin. ¿Qué opinas de este mundo?"

Sin responder a la pregunta de la niña, el ángel que se parecía a un hombre joven sonreía suavemente. Ojos azules cristalinos claros parecían dibujarse en él. Por alguna razón, cada vez que veía esa sonrisa, ella siempre caía en un estado de ánimo triste, impotente.

"¿Que pienso...? ... Somos ángeles. No entiendo a los seres humanos muy bien, pero... Los ángeles tienen su propio mundo, y los seres humanos tienen el suyo. Cada uno de nosotros estamos sólo viviendo el cumplimiento de nuestras misiones en nuestros respectivos mundos, ¿verdad?"

Este mundo— Fue la obra maestra hecha por Dios, virtiendo su amor y compasión. Ella no tenía ninguna queja con este mundo. O más bien, ella no tenía dudas hacia Dios o el mundo que él había creado.

"Ya veo... Creo que Dios es cruel."

Ella se sintió choqueada por las palabras del joven, como si hubiera sido golpeada en la cabeza. Hasta ahora, nunca lo había escuchado profanar a Dios o los otros ángeles. No importa cuando, nunca mostró emociones negativas. Siempre, con una mirada cálida y una sonrisa gentil, él era más compasivo que nadie, con sus compañeros, con Dios y con el mundo. ¿Qué pudo haber cambiado eso? Con un tono suave, continuó.

"Dios nos creó a nosotros, los ángeles, antes que a los humanos. Estamos orgullosos sólo de ser amados por Dios. Pero Dios no nos lo concedió. Él no nos permite tenerlo. "Lo más importante" que los seres vivientes de este mundo tienen."

La chica se sintió preocupada. Ella no sabía de qué estaba hablando el chico. No, era mejor, dijo que no podía comprenderlo.

"¿"Lo más importante"....? Eso es la "vida", ¿no es verdad....?"

"La vida es una necesidad. Pero ¿alguna vez has pensado "para qué" que existe la vida?"

"Los ángeles viven para servir como la conexión entre el mundo humano y Dios y el Cielo. Todo el bienestar y la circulación de este mundo es nuestra única misión. Por esta razón, dedicamos toda nuestra vida. ¿¡No es que siempre ha sido así para vos?! ¡Tú eres mi más importante... mi compañero más valioso! ¡No quiero perderte! Entonces, ¿¡Por qué…..?!"

"Rin...... Gracias."

De repente, su vista quedó envuelta en blanco puro. Una sensación calurosa, ella se dio cuenta de que estaba siendo abrazada. La calidez de sus brazos era la misma de antes. Sin embargo, sólo las alas de su apariencia de ángel blanco eran de tono negro, dando un fuerte contraste.

"Mi corazón, en el pasado y ahora, no ha cambiado en lo absoluto. Este cuerpo, esta vida... ¿Por qué razón está aquí....? ¿No lo entiendes...? Cuando estoy feliz, te puedo decir que es gracias al uso de estas dos armas, al iguales que éste."

"Pero, ¿Esas alas....? ¿Por qué? ¿¡Cómo....?!"

"¿Por qué razón estoy viviendo....? Algún día, llegará el tiempo cuando entiendas el significado, sin duda."

"¡Yo no lo entiendo, no lo entiendo! ¡Si te vas....! ¡Vos sos mi hermano más cercano....! ¡¡Y-Yo pensé que serías mi compañero más preciado....!!"

Dejando salir los sentimientos que ella había estado soportando, las lágrimas corrían sin cesar por sus mejillas. Los días que pasó con él iban a terminar. Ella no quería eso. Sería demasiado solitario–

La mano grande del joven se puso sobre el puño que ella había estado apretando fuertemente, y suavemente la levantó. Dejó caer algo en la palma de su mano. Era un pequeño arito– uno en forma de cruz que él siempre llevaba en su oreja derecha.

"Voy a darte esto. Es un talismán preciado que he mantenido al lado de mi vida, mientras había vivido como un ángel hasta ahora.... Lo siento, Rin. Gracias.... por todo."

La puesta del sol anaranjado iluminaba sus alas de color negro azabache. Con movimientos elegantes y ligeramente aleteaban sus alas, él cayó en el mundo de color ámbar que se extendía abajo. El brazo extendido que pretendía detenerlo, lo agarró en vano en el aire.

"..."

Escuchando su nombre gritar por última vez, el joven miró hacia atrás por un momento y se echó a reír. Borroso por el resplandor de la luz de fondo, una sola cosa agarró y brillaba en su mejilla, y después cayó.

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